Nos acercamos al vigésimo aniversario de la Masacre de Tiananmen y a diez años de la persecución despiadada a Falun Gong, hoy me siento obligado a usar mi limitado tiempo en estos temas, a pesar de quienes dicen que cualquier crítica al parido-estado de China debería ser silenciada durante la actual crisis económica. Ambas, incluso el uso principalmente de prisioneros de conciencia de Falun Gong en campos de trabajos forzados, son testimonios frecuentes en contra del sistema político totalitario, que durante dos décadas ha fomentado también “cualquier cosa va” en la economía.
Masacre de Tiananmen
En la primavera de 1989, cientos de miles de habitantes de Pekín, sus lideres eran estudiantes universitarios, llevaron sus protestas a las calles en contra de la corrupción de los funcionarios siguiendo la muerte repentina de Hu Yaobang antiguo secretario del Partido animado a reformarlo. Teniendo como ventaja la presencia de periodistas extranjeros que cubrían la visita a la capital china del entonces Presidente de Rusia Mijaíl Gorbachov, los manifestantes pedían reformas políticas en pro de la democracia y el estado de derecho. Su fresca valentía inspiró manifestaciones en todo el país, sin precedentes desde la llegada al poder de Mao en 1949. Casi cien millones de chinos participaron de una manera u otra (1.). Las protestas continuaron aún después de que el partido declarara la ley marcial e introdujera miles de soldados armados.
Los Niños del Dragón, publicado en 1990 por la ONG Derechos Humanos en China, capta muy bien mucho de la realidad de ese período, porque muchas de sus voces son sobrevivientes. Por ejemplo, Cao Xinyuan, entonces escultor en Pekín: “Intentamos decirles a los soldados que ninguno quería derrocar al gobierno. Sólo queríamos deshacernos de la corrupción. Queríamos reformas políticas.”
Den Xiaoping describió los acontecimientos como un “disturbio contrarrevolucionario”, pero para los ciudadanos comunes ofreció perspectivas más precisas. Wuer Kaixi, uno de los líderes de la protesta, destacó: “Repetidamente comunicamos a los niveles más altos del gobierno que si querían que los estudiantes se retiraran tenían que ‘darles una escalera derecha”, para hablar, de otro modo no se irían”.
Derrocar a Zhao Ziyang
El crítico literario Su Wei escribió: “…Li Peng y los otros más viejos tenían un plan premeditado. Tenían el complot de derrocar a Zhao Ziyang (Secretario del Partido del ala liberal) y anular una década de reformas. Como el gobierno continuó provocando a los estudiantes, se hizo más y más difícil pedir a los jóvenes comportarse racionalmente.” Zhao perdió su trabajo al declararse la ley marcial y vivió cerca de 16 años bajo arresto domiciliario hasta su muerte en enero del año 2005.
Hu Ping, líder del movimiento estudiantil de 1989, observó: “El espectacular movimiento en pro de la democracia de 1989 demostró elocuentemente que el pueblo chino perseguirá la democracia y la libertad con compasión y auto-sacrificio.”
Un habitante que fue testigo de los acontecimientos, hoy se encuentra en Ottawa, recuerda: “Vitoreamos, debatimos, suplicamos, sobornamos a los soldados, alegamos con ellos que no levantaran sus armas en contra de la gente indefensa. Sin embargo, el gobierno no fue disuadido de sus planes de ‘restaurar la estabilidad’ a cualquier precio…Entre las victimas estaban mis colegas, estudiantes, compañeros de clase y mi antiguo novio. En los días que siguieron, mi corazón se sintió dolido con enojo e ira, cuando vi los cuerpos apilados, muchos medio aplastados, en los hospitales.”Los gobernantes chinos enviaron tanques y cañones para la masacre sangrienta de sus compañeros ciudadanos.
Los dos días que traumaron a muchos en el mundo fue coherente con 40 años de brutalidad en contra de su propio pueblo.
El prólogo de Aplastando al pueblo (1992) de Timothy Brook, un académico canadiense, captura la esencia de lo que entonces ocurrió: “En la noche del 3 de junio de 1989, decenas de miles de soldados armados con rifles de asalto forzaron su camino en la ciudad de Pekín e impelieron contra estudiantes manifestantes desarmados en la Plaza central de Tiananmen. Cuando cientos de miles de ciudadanos y estudiantes bloquearon su camino, los soldados abrieron fuego. En la mañana del 4 de junio, miles de muertos tendidos y otros muriendo en las calles, los hospitales y en las casas de Pekín.”
Decisión de los “Emperadores retirados”
De acuerdo al respetable periodista, Liu Binyan, los que decidieron fueron “en gran parte controlados por 8 seniles ‘emperadores retirados’, durante casi 8 años, quienes no ocupaban un cargo oficial en el partido o el gobierno pero que sostenían su reinado a través de mentiras y la fuerza bruta…Para Deng como para Mao, el pueblo no era más que instrumentos: en tiempos de guerra, servían como soldados; en tiempos de paz, eran manos para la producción…” Liu fue dos veces expulsado del partido comunista, perseguido repetidas veces y muerto en el exilio por hablar con la verdad.
Para desviar la protesta internacional y reafirmar su reclamo de legitimidad, que de hecho había perdido por la masacre en todo el mundo, el partido puso su atención en el crecimiento económico. Enseguida, China fue reformada dentro de la fábrica mundial, mezclando bajo costo y a menudo peligroso, artículos al consumidor hechos por hombres y mujeres que disfrutan de una mínima seguridad laboral y virtualmente sin programas sociales, pensiones o estándares en el medio ambiente. Esto incluye prisioneros de conciencia quienes se esfuerzan sin ninguna paga en campos de trabajos forzados.
La Masacre de Tiananmen y los campos de trabajos forzados son ejemplos de la opresión del partido-estado a una quinta parte de la población mundial y su continua falta de respeto a los derechos humanos básicos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Los Gulags de China
Los trabajos forzados son una consecuencia del tráfico humano ahora tan común en muchas partes del mundo, pero sólo el partido-estado chino lo usa para castigar y reprimir a los ciudadanos chinos que son disidentes políticos o creyentes de religiones. Cualquier ciudadano chino puede ser enviado a un campo, sin ninguna clase de juicio, por más de 4 años con auto de formal prisión con la simple firma de un policía. La apelación no es posible. Mao duplicó de cerca el modelo de campo de trabajo establecido en la Rusia de Stalin y en la Alemania de Hitler, que solo en China continúa hasta hoy.
En China, solo los reclusos de Falun Gong en los campos son usados como un banco de órganos vivos extirpados para venderlos a extranjeros. Son necesarios los exámenes médicos antes de que los órganos coincidan con los receptores, pero solo los prisioneros de Falun Gong entre los pobladores de los campos son examinados medicamente con regularidad.
Desde los años 50, ha existido una enorme red de campos de trabajos. En aproximadamente 340 campos repartidos por toda China en el 2005, más de 300,000 “trabajadores” se afanan en condiciones inhumanas por más de 16 horas diarias sin paga, produciendo una gran variedad de productos de consumo, la mayoría de exportación violando las reglas de la Organización Mundial de Comercio.
Por ejemplo, un habitante de Montreal, Guizhi Chen de 62 años de edad, fue sometida a 4 años de trabajos forzados sin salario en dos diferentes campos de trabajos. Entre los productos, algunos para exportación, hizo bolsos y suéteres, trabajó un promedio de 12 horas diarias. En el primero que estuvo, en las afueras cerca de Pekín, casi la mitad de las 700 trabajadoras mujeres eran practicantes de Falun Gong. En el segundo, localizado lejos de la capital, había más o menos 300 trabajadoras mujeres y la mitad otra vez de Falun Gong. Solo las practicantes de Falun Gong en ambos, dijo, eran examinadas medicamente con análisis de sangre y rayos X.
Burlándose de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
Tales prácticas estaban previstas por la intransigencia del Partido contra las peticiones de mejorar los derechos humanos. Son completamente consistentes con el rechazo de Pekín a las recomendaciones estipuladas por bastantes gobiernos, incluso el de Canadá, en la reciente Revisión Periódica de la Comisión de los Derechos Humanos de la ONU.
Entre las recomendaciones rechazadas por el gobierno chino: Acabar con todas las formas de detención arbitraria, incluyendo los campos de trabajos; garantizar la libertad de creencia y el derecho a culto; implementando las recomendaciones de la Comisión contra la Tortura de la ONU, que incluye referencias a la persecución a los practicantes de Falun Gong y la extirpación de sus órganos; y asegurar que los abogados puedan defender a sus clientes sin miedo o acoso.
El comercio con China, donde no existe la libertad de los medios de comunicación, ha sido una cara propuesta para muchos. En palabras de Phelim Kine quien apuntó las consecuencias de medios de comunicación sin libertad: “La verdad de la corrupción, los escándalos de salud pública, las crisis ambientales, y los abusos de las autoridades locales pueden ser inconvenientes… (pero) acallar los reportajes de estas verdades ha contribuido apreciablemente a otras debacles globales, incluyendo el retiro de alimentos contaminados y juguetes”.
Estas y un sinfín de otras violaciones a las normas de las prácticas de comercio internacional contribuyen al alza del déficit del comercio bilateral de Canadá a favor de China de $3, 900 millones en 1997 a $26,800 millones en 2006, con el coste de muchas manufacturas en todo Canadá.
Combatiendo el espíritu del pueblo
El gobierno chino continúa privando a su pueblo de los derechos humanos básicos y del estado de derecho. Mientras el mundo cierra filas y condena conjuntamente la Masacre de Tiananmen, hoy muchos en la comunidad internacional han evitado poner su atención en los campos de trabajos forzados, que continúan operando como instrumentos de opresión y vehículos de prácticas de comercio ilegal.
En la víspera del vigésimo aniversario del estallido sangriento del 4 de junio en Pekín del movimiento estudiantil democrático, el régimen ha intensificado su dureza contra los activistas de derechos humanos, de acuerdo con Roseann Rife, subdirector de Amnistía Internacional para Asia-pacífico. “Lo más preocupante es la completa indiferencia por las leyes nacionales y las obstrucciones arrojadas frente a los abogados que tratan de hacer su trabajo.”
Es claro que no hay una mejora significativa de los derechos humanos en China en los últimos 20 años. Como John Delury del Malaysia’s New Strait Times escribe: “Es suficiente garantía, el desarrollo urbano, la inversión, y el tremendo crecimiento acelerado de los productos nacionales durante los años noventa, pero se marcó la diferencia entre los vencedores urbanos y los perdedores rurales.” Tales discrepancias y la constante opresión de los grupos disidentes y los ciudadanos comunes ha derivado en más de 80,000 disturbios masivos en todo el país el año pasado, para el propio reconocimiento de Pekín, una señal de que el régimen no ha tenido éxito en aplastar el combatiente espíritu del pueblo chino.
Conclusión
La crisis económica que experimenta el mundo y pedir la cooperación de China para proceder con sus desafios, es incitar a no notar el récord de derechos humanos de Pekín. Debemos recordar a nuestros líderes que hablar con evasivas sobre el récord de China es una desviación de los propios valores de Canadá de dignidad humana y estado de derecho. Debemos prevenirlos de que el comercio con China a cualquier precio es costoso para ambos; el pueblo chino y los pueblos del mundo. Debemos recordar el sacrificio de las victimas de la masacre y de otros abusos. Debemos demandar que, en lugar de burlarse de la Declaración Universal de Derechos Humanos, China debería honrar sus disposiciones.
Gracias
1.Fuente: Zhang Liang y la Documentación de Tiananmen, 2001, px1